miércoles, octubre 14, 2009

II. Una nueva mirada.

—Discúlpenme, deben de ser ellos. Vuelvo en un momento— Charlie se paró del sofá y se dirigió a la puerta, en ese momento quise correr y esconderme, sabía que era absurdo pero por un momento dudé en hacerlo.
Entonces, entró sólo Jake. Postró su mirada en mí, mientras noté cómo mi padre que estaba a mi izquierda sólo nos miraba. Naturalmente fui la primera pegar un salto y levantarme al verle.
—¡Nessie!— Corrió hacia mí y me tomó entre sus brazos. Yo trataba de rodearlo con los míos pero no lo conseguía, entonces puse mi cabeza en su hombro. Su nombre fue lo único que logré pronunciar, se me escapó un suspiro, me sentía de maravilla estando allí, probablemente fuese el mejor lugar del mundo. Aspiré su aroma.
—Mi pequeña Nessie, qué grande estás— No pude evitar sonreír— ¡Oh! —dijo mientras se alejaba de mi con un gesto cariñoso— Lo siento, hola a todos.
—Hola Jacob, apenas notas qué llegamos también—le dijo mi padre bromeando. Me sorprendía su relación, mi madre me había contado que ellos siempre estaban discutiendo, pero ya no era así, había cambiado por completo, me preguntaba cuál sería la razón. Pero fuera cual fuera, daba igual. El presente siempre es lo que en verdad importa.
—Tú igual estás enorme, me pregunto si algún día dejarás de crecer ¡eh, Jake! — Le dijo mi madre burlándose.
—Bueno, la verdad es que yo tampoco lo sé— Soltó una carcajada.
—¿Y Billy? —Preguntó mi abuelo preocupado por su ausencia.
—Ah, Billy, no pudo venir, se sintió un poco mal, al parecer fue sólo cefalea pero preferí dejarlo descansar en casa, les manda saludos a todos y dijo que lo disculpen. De cualquier forma hemos preparado una cena el día de mañana por su regreso, así que los esperaremos. El tratado aún sigue en pie, sólo se hicieron algunas modificaciones, se sabe que con ustedes no hay ningún problema. ¿Quién lo diría? Que todo terminaría así.
—Por supuesto que iremos, dale las gracias a Billy por la invitación—le dijo mi padre sonriendo— Con gusto los acompañaremos en la velada.

— Bueno, basta de charlar, vengan a comer— Nos llamó Sue desde el comedor. Había acomodado cuidadosamente los platos y cubiertos en la mesa, nos sentamos todos excepto mis padres que dijeron estar satisfechos, por lo cual no comieron, pero yo si tuve que hacerlo. Nos sirvió a todos un plato lleno de sopa, después un poco de carne aunque no supe de qué forma estaba preparada y algo de ensalada y puré de papa.   No quise ser descortés con Sue, terminé todo. Luego le ayudé a recoger los trastos pero ella insistió en que los invitados no deben hacer nada de eso.
Me dirigí de nuevo a la sala, después de darle las gracias por la comida. Jake me siguió y nos sentamos juntos en el sofá sin hablar, él a ratos ponía su mirada sobre mí, luego la apartaba, yo miraba el reloj, las fotografías en la pared una tras otra, era como ver una cronología de la familia materna. Después fui hacia la ventana y él caminó hasta mi lado. Apenas había notado lo formal que se había vestido. Llevaba puesto un traje, la camisa un poco desabotonada. Y los zapatos eran impecables.
—Nessie ¿Quieres dar un paseo? — me preguntó Jacob. Asentí con la cabeza y salimos sin avisar.
Caminamos por el bosque, sin decir nada. Sólo se escuchaban nuestras respiraciones y las pisadas que dábamos al caminar. Las hojas del otoño igualmente crujían, era un sonido que me gustaba. Extrañaba ese color verde de los arboles, los helechos, los troncos y las ramas llenos de musgo. El paisaje era más verde de lo que recordaba.
—Has estado muy callada. Te extrañé demasiado—suspiró, buscó mis ojos y luego desvió la mirada.
—Es sólo que he estado divagando, de un tiempo a acá lo hago muy seguido, más de lo que me gustaría. Pero, yo también te he extrañado, Jacob. Está de más decirlo—Volteó hacía a mí, me abrazó con fuerza y después puso una mano en mi hombro alejándose, como para verme mejor.
—Realmente te ves muy linda, mírate. Y pensar en cuando aún te veía corriendo por La Push buscando piedras, y cuando las olas te arrastraban. Al parecer, señorita, mientras más crece, más notoria es su belleza—. Creí haberme sonrojado por sus palabras, bajé la mirada, tratando de evitar que se diera cuenta de mi reacción, pero fue inútil.
—¿Sucede algo?
—No, en lo absoluto—. Acarició mi mejilla izquierda con la yema de sus dedos, sentí su trémula mano y mi piel se estremeció, también extrañaba esa calidez incomparable.
—Me alegra saber que ya no te marcharás—. Sonrió dulcemente.
—Era lo que tanto anhelé por tantos años, podré establecerme finalmente, además disfrutaré estando con mi familia, con los de la Push y contigo...—.Le dije mientras miraba el cielo apenas visible por su luz entre las copas de los árboles y pinos.
—No pienso alejarme de usted nunca más. He pasado bastante tiempo sin usted señorita, no podría soportar más sin su compañía, debemos recuperar ese tiempo perdido ¿no cree?—. Mi corazón comenzó a latir de una forma distinta a la que normalmente lo hacía. —Recuérdalo siempre.
—Lo haré. No pretendo separarme de usted, ahora menos que nunca, principalmente porque su calidez me resulta tan confortante para  sobrellevar el frío de Forks.
—Vale, empeora usted la situación. Me siento utilizado—. Bromeó.
—¡Ah, Jake! Sólo sé que necesito de ti por completo, no como una necesidad material o circunstancial, sino como esencia, te necesito desde siempre porque en ti encuentro la seguridad de la que carezco, la esperanza, la emoción, la llama de esta vida que a veces siento no vivo... —Él tomó mis manos. Jugaba con ellas, las entrelazaba una y otra vez. Su piel morena sobresaltaba entre mis manos pálidas y yo sonreía para mis adentros al ver nuestra unión.
—Perdón—. Se disculpó, aunque no tenía ni la más mínima idea del porqué—. Por no haber ido a visitarte, en los tres últimos meses. Por mantenerme lejos de tu mirada, por dejar que el frío te invadiera y la desesperación, por todo.
—No te preocupes, no tienes que disculparte, no es tu obligación estar conmigo todo el tiempo. Tienes más cosas importantes que hacer, no sólo estar conmigo y lo entiendo.
No respondió. Se quedó pensando, recargó su barbilla en sus manos y después se frotó la cara y el pelo; miró hacia la inmensidad del bosque y después bajó la mirada, ahora parecía triste, distante de mí, tan lejano. ¿Qué había dicho para que se pusiera así? Era una insensible, una tonta… Por fin habló Jacob de nuevo.
—Nessie…—Dijo casi susurrando, como si se encontrase solo.
—¿Si?—Estaba impaciente.
—Quizá sólo sea que tú ya no quieres que esté contigo tanto tiempo. Te entiendo si eso es lo que quieres pero por favor házmelo saber.
El tono de su voz había cambiado de suave a  brusco. Me helaron sus palabras.
—¡No! Te equivocas, eres tan tonto. Lo que traté de decirte es que no deseo que por culpa mía dejes de hacer las cosas que son de más importancia para ti, Jake. Lo sabes, te quiero. Pero eso no quiere decir que debas dedicarme tu tiempo completo, sería muy egoísta si lo quisiera así—. Le dije mientras tomaba su rostro entre mis manos. Volvió a su rostro esa sonrisa tan hermosa, no pude evitarlo y lo abracé con toda la fuerza que podía ejercer que era escasa a comparación con la suya.
—Renesmee, te quiero demasiado. —Al finalizar la frase empezó a buscar en los bolsillos de su pantalón y sacó algo que enseguida tapó cerrando su puño por completo—. Toma, un regalo de bienvenida—.
Era un dije en forma de corazón, plateado y tenía un brillo deslumbrante. Tan hermoso; tenia grabado una pequeña frase que captó mi atención: “Clair de Lune” y algo más… “J.B. & R.C.” Tenía una luna menguante perfectamente dibujada. Me pregunté cuál sería el significado de aquella frase, era evidente que decía Luz de Luna, pero detrás de esa frase debía haber un segundo significado, un recordatorio.
—Es muy bello, no tenías por qué hacer esto.
—Sólo acéptalo, es un pequeño regalo. Y una forma de que me lleves siempre aunque no esté contigo.
—¡Me encanta! ¡Gracias! — guardé el dije y me lancé hacia él—. Creció—. Le dije acariciando su cabello y enredando mis dedos en él.
—Lo deje crecer un poco. ¿Recuerdas cuando estabas pequeña? Te encantaba jalar de él. Dolía tanto y tú te divertías con mi dolor—. Me reí.
—Lo recuerdo perfectamente, es muy divertido—. Le dije mientras tomaba un mechón de su pelo y lo jalaba suavemente. Y volví a reírme. — Luces muy bien. Me gusta tanta formalidad.
—Gracias, eres la única persona que me lo ha dicho—.
—Pero no debo de ser la única que lo note. Podrías hacer que se sonrojasen las flores, conmigo ya lo has hecho.
—Tú también te ves muy bonita. Ni la luna compite con eso.
—Deja de hacer eso, no lo digas. No me lo creo aún, y todos no hacen más que repetirlo. A veces es un tanto frustrante.
—No debería molestarte el hecho de que te digan cuán perfecta resultas en tus imperfecciones.
—¡Qué va! —. Me dejé caer al suelo que ya era verde brillante.
—Espero que mañana vayas a la cena— esbozó una sonrisa—.Prepararé yo la comida, bueno, gran parte de ella. Sé que no apeteces tanto ese tipo de comida pero créeme que me esforcé bastante, te gustará, estoy seguro. —Se frotó las manos con un gesto de confianza.
—Por supuesto que iré, me impresionarás, no sé si para bien o para mal, pero de que lo harás no hay duda—. Solté una carcajada y él la continuó conmigo.
—¡Ah! Y nada de mentiras, si no te gusta dímelo y ya está. Deberé estar presentable—. Me dijo mientras se recostaba al lado mío y me acomodé recostándome en su pecho con sutileza. De cierta forma Jake me hacía sentir protegida.
—Resultas tan cómodo—. Confesé.
—Lo noto, te encanta dormirte sobre mí—. Pasó uno de sus brazos alrededor mío. Me acarició el cabello y me estremecí momentáneamente.
Cerré mis párpados, la oscuridad me invadió tras ellos, supuse que me había quedado dormida, no oía absolutamente ningún ruido.
De momento, escuché la voz de Jacob.
—Discúlpame, te desperté.
Abrí los ojos y yo seguía sobre él.
—Eh…no, no te preocupes, soy una dormilona. Creo que no descansé muy bien en el avión, no es tan cómodo como tú, ya te lo dije.
—Lo siento, vuelve a dormirte.
—No me importaría quedarme aquí eternamente—. Solté un suspiro leve, casi imperceptible, pero él no pareció notarlo y continuó hablando como si nada.
—Supe que has aprendido a tocar el piano, Nessie. Espero que pronto me permitas escucharte.
—Pude aprenderlo sólo observando a mi padre, y la manera en que interpreta cada una de las piezas musicales. Traumerei te encantará… El piano es la más bella melancolía.
—Desde que volviste a Forks siento tu propia melancolía en el aire. ¿No eres feliz ya, estando aquí en tu hogar? Tú no eres tristeza—, negó suavemente con la cabeza y me besó la frente de una forma dulce.
—Lo has notado… No me malinterpretes, soy muy feliz de volver, pero de un tiempo para acá he tenido tantas contrariedades dentro de mí. Siento como si algo me faltase, o como si yo le faltase a algo. Es difícil de explicar, mucho más de entender. Pero ya no te preocupes, Jake, tristeza no es.
—Me tienes aquí para ponerte una sonrisa en el rostro al menos—. A cada palabra se iba disminuyendo su volumen de voz, al término escondí mi cara contra su pecho.
—¿Al menos? Es muy probable que seas la personas que más sonrisas sinceras me causa. Y lo haces parecer tan sencillo. Con cualquier otro tendría que esbozar una sonrisa fingida… Esto de buscar ser medianamente normal no es tan conveniente—. Solté un soplo como un gesto del fastidio que me causaba aquella situación.
—¡No! Nessie, basta. Deja de buscar “normalidad”, no la necesitas, siendo tú eres encantadora. Si tan sólo te percataras de ello… yo te quiero tal como eres. Nadie busca cambiarte, no seas tú quien lo haga, ¿entiendes?
—Entiendo—. Dije de forma suave y pausada—. Gracias, siempre tienes las palabras precisas…
—No siempre, al menos conmigo mismo no sucede de tal manera—. Vaciló—. Bien, dime por qué cavilas tanto con eso de ser normal.
—Jake… Es difícil, más que eso. El tiempo en mí no pasa como en cualquiera, corre apresuradamente y no me da tiempo siquiera de cambiar a su paso. Todos los días que pasé lejos de Forks sentí cómo me fue obligado, por decirlo así, a crecer, a madurar. Otros tienen que pasar muchos años, yo pasé tanto menos que eso. Y no es que me arrepienta de ser quien soy, pero siento tanto peso sobre mis hombros—. Él escuchó muy atento, luego asistió y me llevó hacia él en un abrazo sin decir ninguna palabra.
Nos envolvió un silencio durante varios minutos, de pronto sentí el hecho de que mi garganta molestaba, era un dolor muy leve pero no por eso menos molesto. Traté de aclarar mi voy para hablar de nuevo.
—El viaje me tiene hambrienta de veras. Desde que decidimos regresar no he ido a cazar. Pero si me acompañases ahora, sería bueno. A menos que desees ser tú mi alimento, claro está, pero he de decir que tu aroma es bueno—. Me reí entre dientes.
—¡Cuando quieras! Mejor dicho, lo requieras.
—Vamos, no juegues con eso. No podría, no contigo—. Me sostuvo la mirada, cavilando.
—Bien, no quiero ser mordisqueado este día. En marcha.

1 comentario:

  1. ola!! me encanta tu historia
    siguelaaa y podrias poner musica de fondo o algo asi porfisss
    soy nueva lectora asi qe me pondre al corriente
    bss bye

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